miércoles, 20 de febrero de 2008

Habrá sangre

Si el otro día ponía como ejemplo a There will be blood para hablar de lo que me fastidian las traducciones mal hechas, ahora es el momento de hablar de la película del petróleo y la ambición.

There will be blood, o la malamente traducido por Pozos de ambición, está dirigida por Paul Thomas Anderson, que también fue el encargado de adaptar el guión a partir de la obra de principios de siglo XX de Upton Sinclair, Oil, y protagonizada por Daniel Day-Lewis y Paul Dano.

La historia transcurre a comienzos del pasado siglo y cuenta parte de la vida de Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis), un hombre hecho a sí mismo que se convierte en el mayor magnate del petróleo y que tiene que lidiar con un pueblo entero a la cabeza del cual se encuentra un sacerdote casi tan vanidoso y codicioso como él. Ambición, riqueza, religión y engaño se mezclan a lo largo de las más de dos horas de película.

Con una cuidada puesta en escena y vestuario apropiado, se pone en situación al espectador, que llegará a percibir el olor e incluso el sabor del petroleo, que brota por todos los sitios en varias partes de la película y hace que hasta los de la sala lo sientan.

El gran actor que es Day-Lewis opta a un Oscar como mejor actor principal por sexta vez en su carrera gracias a esta película. Y en esta ocasión es el favorito con bastante diferencia. Y es que a decir verdad, son muy pocos los minutos en los que su personaje no aparece en escena, son practicamente escasos los momentos en los que nos preguntamos que hará porque no aparece en pantalla.

Daniel Plainview es solitario y anti-social, pero tiene una fuerza impresionante, hace que todo gire a su alrededor, que ningun otro personaje tenga sentido realmente si no tiene relación con él. Y además configura una personalidad tan retorcida y tan compleja que al final no sabes si realmente te da pena, le entiendes o le odias.

Pero otro que no se queda nada corto es Paul Dano, un actor que hasta hace un par de años a penas había empezado en esto de la interpretación y que pegó el gran salto gracias a su magnífico Dwayne Hoover en Pequeña Miss Sunshine. En There will be blood, Dano interpreta a Eli Sunday, el párroco del pequeño pueblo de California al que Plainview quiere sacar todo el petróleo y que también se quiere aprovechar de la oportunidad que eso supone pero llevandoselo a su campo, la Iglesia de la Tercera Revelación. Dano refleja perféctamente a un hombre codicioso que se aprovecha de las circunstancias y las creencias y lo sabe, que detesta a Plainview pero que en el fondo le necesita para mantener su farsa. Y esta relación de mutuo odio entre ambos se mantendrá desde el primer momento hasta el final de la película.

There will be blood quizá peca de exceso de imágenes y de narración. No se que hubiera quedado si al director le hubiera dado por incluir menos material, pero probablemente aunque sea una película larga, todas sus pequeñas historias son necesarias. Porque lo que sí que es verdad que en la película de Anderson hay dos claros protagonistas, quizá hasta tres, pero el resto son simples marionetas que vienen y van, que entran y salen de escena y que parece que forman pequeñas historietas dentro de la gran historia (el ejemplo más claro, el personaje del hermano de Plainveiw) pero que a la hora de la verdad, a la hora de que el espectador recapitule y se haga una idea clara de la historia, probablemente solo incluirá la relación de esos dos, tres personajes entre ellos.

*[Variety dice: "Daniel Day-Lewis está en su punto más brillante al interpretar en la historia a Daniel Plainview, un hombre cuya humanidad disminuye cuanto más aumenta su fortuna"]


Lo mejor: las interpretaciones de Daniel Day-Lewis y Paul Dano, la complejidad de los personajes principales y su relación entre ellos. La puesta en escena.
Lo peor: quizá demasiado larga. Trata pequeños temas y pequeños personajes que tan rapido como llegan, se van.
Valoración: 7,5

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