Golden descafeinados

Este año los pobres Golden Globes se han visto reducidos a una mera lectura de los ganadores, como si de una lista de la compra se tratara. La huelga de los (también pobres) guionistas lleva machacando Hollywood desde hace bastantes meses. Sus protestas por los casi nulos beneficios que obtienen por la venta de los DVDs es considerada por los productores como una reclamación inviable y vergonzosa. Va, estos escritores siempre quejándose. De hecho hacía ya bastante que no montaban una huelga después de casi 20 años de la última, cuando el parón duró 22 semanas y los escritores protestaban por la implantación del Home Cinema y los perjuicios que provocarían en su trabajo, ya era hora ¿no?

Pero para el productor que creyera que esta huelga sería como aquella de 1988 quizá se olvidó de que, en caso de guerra, los actores darían su apoyo incondicional a los guionistas. Y así lo han hecho. Los sindicatos de actores (Screen Actors Guild) han decidido apoyar la huelga. Porque a fin de cuentas son sus guiones los que consiguen que puedan sacar brillo a sus interpretaciones.

Total, que ahora Hollywood se encuentra sin guiones, sin late night shows (tan solo han vuelto Jay Leno y David Letterman con guiones hechos por ellos mismos… así estarán…), sin sus series tan aclamadas mundialmente y ahora sin la gala de entrega de los Golden Globe, con su glamour propio de los segundos premios más importantes de la industria cinematográfica americana, que nacieron como unos simples premios de la crítica extranjera y hoy en día son considerados como la antesala de los Oscars.

Y al tío Oscar es al que todo el mundo mira ahora, escéptico, con miedo. Una cosa es dejar de celebrar los Golden Globe, que bueno, aunque sean muy importantes y todo eso, siguen siendo los premios entregados por los extranjeros en Hollywood, y otra un poco diferente es dejar de emitir una gala que determina el futuro cinematográfico del mundo como es la de los Oscars.